Muy
buenos días, en la antesala de la celebración del primer aniversario del blog
de Para decir adiós: Las dos Princesas, me complace sobremanera darles la
bienvenida a una publicación más, ante todo quiero agradecer infinitamente la
generosidad de la que soy objeto y el muy valioso regalo de su tiempo.
Allá
por inicios de los noventas, específicamente en el año de 1992, yo cursaba lo
que en México llamamos preparatoria y son los tres años previos al ingreso a la
universidad, en ese entonces –para los que
vivieron esos años seguramente lo recordarán- estuvo muy de moda
una balada llamada “More than words” del grupo Extreme, aquella canción era
escuchada hasta el cansancio en cuanta reunión escolar hubiera.
Sin
embargo y más allá de la moda de aquellos años en los que grupos de “rudos”
rockeros ataviados con peinados de señoras copetonas buscaban la fama a través de una tierna melodía, la esencia de su
música parecía ser otra más ligada a sus orígenes en el rock, tal era el caso
del grupo en cuestión, en cuyo disco en el que aparecía la mencionada y melosa
canción, existían varias canciones muy disfrutables, entre ellas había una que
se dividía en tres partes y que tenía por nombre:
“Las
tres versiones de cada historia, la tuya, la mía y la verdad.”
Aquel
titulo me encantó y hasta ahora lo recuerdo, en verdad no sé si haya sido
tomado por el grupo de otra fuente, pero el caso es que en él se encuentra una
verdad tremenda y que hoy para lo que quiero contar cabe como anillo al dedo.
Considero
que lo que voy a decir ocurre en todo el mundo, pero eso es solo una suposición
por lo que me referiré solo a Latino América porque me consta vivamente que así
es como aquí ocurre.
En
esta parte del mundo en nuestros años juveniles todos somos revolucionarios, la
feroz llama de la juventud nos hace encarar todo lo establecido y buscar los
“iconos” establecidos para expresar todo ese descontento, -verdad que suena paradójico el rechazar y a la vez
adoptar-
Los
jóvenes odian lo hecho en serie, buscan ser únicos pero terminan uniéndose a
una de las muchas tribus urbanas en las que lo menos que son es singulares.
Recuerdo
mucho a un primo, bastantes años más joven que yo, que odiaba a cualquier
transnacional tal como Nike, Adidas, Zara y demás que fabricaban sus prendas en
algún país subdesarrollado mediante la explotación de niños –por favor no me malentiendan, por supuesto que eso es
abominable-, lo contradictorio en él es que en una visita
conjunta a la ciudad de México, en el
conocido barrio de Coyoacán, el cual es famoso porque en su parque principal se
vendían diversos artículos artesanales muchas veces efectuados supuestamente
por manos indígenas, mi familiar compró una playera de más de 400 pesos (20 dólares
americanos), desconozco de que marca, pero el refirió que eran las “originales”
usadas por los Rastafari, tribu urbana de la que él se decía seguidor.
¿Ven
ahora a lo que me refería? él mismo terminaba siendo otro producto en serie,
muy diferente a los fresas (México), pijos (España), chetos (Argentina) gomelos (Colombia) jaibón (Chile), que vestían ropas de
grandes marcas, pero notablemente igual a un grupo de jóvenes que jamás había
vivido la pobreza en carne propia pero que gustaban de hacerse los sufridos a
través de una hipócrita postura, todos ellos tan iguales.
El
principal símbolo mundial de ese doble discurso, lo es por supuesto la imagen
del médico Ernesto Guevara, su efigie se encuentra en camisetas, trajes de
baño, anuncios e incluso en tangas, como un ejemplo más del voraz capitalismo
que el oriundo de Rosario, Argentina tanto aborreció.
En
la historia del Che Guevara, como ocurre en la de cualquier gran mito, existen
también tres versiones:
1. La
de los que lo veneran como si se tratase de un semidiós -incluso en su tiempo
Sartre llego a decir de él: “El Che fue el ser humano más completo de su
tiempo.”
2. La de los
que lo aborrecen.
3. Y
finalmente la verdadera, la cual considero que debe ser un punto medio entre las
dos primeras versiones.
En
lo personal crecí muy cercano a la primer versión, mi padre como un hombre producto
de los sesentas, tenía en él ese espíritu
y por tanto dentro de sus más grandes héroes se encontraban los Beatles
y el Che, incluso en casa teníamos un poster del Che con la inmortal foto en la
que portaba la boina.
Recuerdo
que en esa época un hermano de mi madre vivía con nosotros mientras él
estudiaba la preparatoria, a diferencia de mi padre, el era producto de los
setentas por lo que su principal héroe era Tony Manero, el inmortal personaje
de Fiebre de sábado por la noche, interpretado por John Travolta. En una de
tantas ocasiones en que mi tío llegaba de regreso de la escuela e iba a jugar
conmigo y con mi hermano, yo le pregunté quien era el personaje con ese gorro
tan chistoso que estaba en ese enorme poster, el me respondió:
"Él
es el de la canción de Macho men."
Sí,
precisamente y por ridículo que resulte es la que están ustedes pensando, la
del muy en ese entonces famoso grupo de Village People.
Así
que cuando yo tenía entre cuatro y seis años para mí el Che no fue el Che, sino
el macho men (jajajajaja).
Posteriormente
mi padre me explicó quien había sido aquel “gran” hombre que peleó por la
libertad de Cuba y cuando vio sus ideales traicionados por Castro fue a pelear
una nueva guerra a África para después seguir peleando en Bolivia, en donde fue
cobardemente asesinado por agentes de la CIA, aún recuerdo muy bien como me
dijo que aquel era el peor error que habían tomado los “gringos” pues mataron
al hombre pero crearon a la leyenda.
Esa
es la versión del Che con la que crecí y la que creo es más popular en todo el
mundo, por ello hace unas semanas al leer varios artículos en los que se
hablaba de la otra cara de Ernesto Guevara, quedé sorprendido y eventualmente
tuve los pensamientos que se han convertido en este post.
En
su otra faceta el Che es un despiadado asesino, que aniquiló por mano propia y
ordenó el homicidio de cientos de personas, tanto en los combates como cuando
se habían hecho ya con el poder y tenía a su cargo una de las más grandes
prisiones de enemigos del régimen, en este último caso se trataba de gente que
ya no tenía a su mano alguna forma de defensa.
En
algunas de las reproducciones de lo que se atribuye como palabras del propio
Che, se puede vislumbrar a un sujeto sanguinario, prácticamente un sociópata que
buscaba la satisfacción personal que le traería el ver sus ideas ejecutadas a
pesar de que esto significará acabar con la vida de otras personas, es decir la
revolución a cualquier costo.
“Aquí,
desde la manigua cubana, vivo y sediento de sangre escribo estas encendidas
líneas martianas”.
“No
demoren las causas, esto es una revolución, no usen métodos legales burgueses,
las pruebas son secundarias. Hay que proceder por convicción”.
“No hace falta hacer muchas averiguaciones
para fusilar a uno. Lo que hay que saber es si es necesario fusilarlo. Nada
más”.
"Acabé
con el problema dándole un tiro con una pistola del calibre 32 en la sien
derecha? Sus pertenencias pasaron a mi poder"
"El
odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más
allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva,
violenta, selectiva y fría máquina de matar"
"Siento
que mi nariz se dilata saboreando el olor acre de la pólvora y la sangre del
enemigo"
"¿Revolución
sin disparar ni un tiro? Estás loco".
"Aquí
estuvo muy divertido con tiros, bombardeos, discursos y otros matices que
cortaron la monotonía en que vivía".
Al
respecto de esté otro Che, reproduzco unos párrafos tomados del siguiente
enlace:
http://www.20minutos.es/noticia/288186/0/che/aniversario/muerte/
"Ernesto
Guevara fue el responsable de la mayoría de los fusilamientos de la cárcel de
La Cabaña. Era un hombre que castigaba con firmeza a cualquiera que no pensase
como él. Castigaba a los homosexuales, a los que vestían con ropa extranjera...
Impuso para ellos trabajos forzados". Lo dice un hombre que vivió en
primera persona los comienzos de la revolución y que llegó incluso a conocer al
'Che'. Antonio Guedes, vicepresidente de la Unión Liberal Cubana, ha
transmitido a 20minutos.es su experiencia "y la muchos cubanos en los años
'60".
"Mitificarlo es fruto de la ignorancia. El 'Che' no fue Gandhi ni nada parecido a un pacifista, no quería derechos humanos. Dijo que el hombre debía convertirse en una maquinaria de matar al enemigo. Era un terrorista, un violento... Tenía todas esas cosas que hoy alarman a la sociedad mundial y sin embargo, en su caso, se ensalzan", denuncia. Asimismo, Guedes aseguró que Guevara hizo mucho daño al frente del Banco Nacional de Cuba (entre finales de los '50 y principios de los '60) por su "desastrosa" gestión. "Se dedicó a firmar billetes con la palabra 'Che' y nada más, toda su administración fue un caos y sumió al país en un profunda crisis económica".
"Mitificarlo es fruto de la ignorancia. El 'Che' no fue Gandhi ni nada parecido a un pacifista, no quería derechos humanos. Dijo que el hombre debía convertirse en una maquinaria de matar al enemigo. Era un terrorista, un violento... Tenía todas esas cosas que hoy alarman a la sociedad mundial y sin embargo, en su caso, se ensalzan", denuncia. Asimismo, Guedes aseguró que Guevara hizo mucho daño al frente del Banco Nacional de Cuba (entre finales de los '50 y principios de los '60) por su "desastrosa" gestión. "Se dedicó a firmar billetes con la palabra 'Che' y nada más, toda su administración fue un caos y sumió al país en un profunda crisis económica".
En
mi personal forma de pensar no puedes combatir a un monstruo convirtiéndote en
uno, para muestra tenemos a Gandhi y a Mandela, pacifistas que lograron una
verdadera revolución.
La
verdad sobre él Che, por supuesto no la sé, pero el conocer ambas versiones
probablemente me acerca más a su tercera
cara, la real.
Incluso
se dice que el inmortal mantra revolucionario:
“Hasta
la victoria siempre, Patria o Muerte.”
En
realidad se trata de una versión distorsionada, provocada por un error de
lectura del Che, quien varió el discurso original al leerlo, el cual decía:
Hasta
la victoria, siempre Patria o Muerte.
Gracias
por leerlo.